« ¿Has oído hablar del muchacho que cayó de un rascacielos?
En su caída, mientras pasaba cada piso, se alentaba a si mismo diciendo:
—Hasta ahora todo va bien. Hasta ahora todo va bien. Hasta ahora todo va bien. Lo importante no es la caída, sino el aterrizaje.— «
Con esta secuencia memorable —donde un cóctel molotov caía sobre la tierra— empezaba “La Haine” (El Odio, 1995), la segunda película de Mathieu Kassovitz (París, 1967). Kassovitz supo ver y retratar el hervidero étnico-social que se gestaba en los suburbios de París ¡diez años antes de que estos exploten en la capital francesa!.
Pero no vamos a hablar de Kassovitz ni de su espléndida La Haine, sino de un músico italiano que revisionamos semanas atrás: Madì Terzo.
Si anteriormente escuchamos la composición que hizo para una secuencia de Sátántangó (Béla Tarr, 1994), ahora va un paso más allá y no solo compone una pieza para la obra de Kassovitz sino que propone un reencuadre progresivo en sincronía con su estructura musical a la cual titula: Descomposición IV, Del Vértigo.
Aunque no todas las composiciones de Merzo tienen el acierto de la de Tarr, o esta misma de Kassovitz (lo ha intentado con “Melancolía” de Von Trier o “Un perro Andaluz” de Buñuel y alcanzado el nivel de un Vijey en una rave), la IV es una “Descomposición” que se acerca muchísimo al centro neural de El Odio: —Hasta ahora todo va bien… Lo importante no es la caída, sino el aterrizaje.— parece ser el leitmotiv de su pieza, una composición chirriante y cortocircuitada que redibuja auditivamente la violencia contenida en las imágenes de Kassovitz.
La obra se aferra suspendida a una cuerda audio-visual que viaja desde el descrédito inicial a la cautivadora sensación de que algo se construye en la medida que algo desaparece, creando ese abismo que separa la obra de su revisión, ese vértigo del que nos habla Terzo en su “Descomposizione IV, della Vertigine”.